La olvidada coma vocativa

La coma del vocativo parece la coma más olvidada. O la menos entendida (y, de ahí, el olvido). Sea una cosa u otra, es muy común encontrar ejemplos en publicidad (cartelería, banners, etc.), medios de comunicación, sitios web en general, escritos de la gente, e incluso libros. Si, después de leer esta entrada, comienzas a fijarte, tú también te darás cuenta de la ausencia de ellas en un montón de ocasiones.

Pero empecemos por el principio: ¿qué es eso del vocativo? Según señala la Ortografía de la lengua española, es «la palabra o grupo de palabras que se refieren al interlocutor y se emplean para llamarlo o dirigirse a él de forma explícita».

Así, esa palabra (o palabras) va siempre entre comas, aunque la estructura de la frase sea muy breve (o aunque nos parezca que al hablar no hacemos esa pausa).

Es decir:

  • Hola, María.
  • ¡Felicidades, campeones!
  • Bajad un poquito la voz, chicos, que no me entero de nada.
  • Hasta luego, mi amor.
  • Sí, señora.
  • Qué dices, tío.
  • No, hombre, no.

Un ejemplo recurrente y bastante gráfico para darnos cuenta de su importancia es el siguiente:

  • «Vamos a comer niños». Aquí indicamos que nos vamos a comer a unos niños. Y, mira, pues mejor que no.
  • «Vamos a comer, niños». En cambio, al introducir la coma, llamamos a esos niños para hacerles saber que vamos a comer.

Esto se aplica a todos los escritos, incluidos, por supuesto, los encabezamientos de correos electrónicos o cartas, en los que, como señalaba en los ejemplos anteriores, lo adecuado sería «Hola, compañeros:», «Buenos días, Pedro:», etc.

Así que, si vas a dirigirte a alguien de forma directa, ¡acuérdate de la coma (o comas)!

Publicado por Cintia Fernández

Leo, escribo, corrijo. Y vuelta a empezar.

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