Reseña «La mala costumbre», de Alana S. Portero

«En pantalla decían que Madrid era una ciudad en la que los chicos maquillados bailaban hasta el amanecer; en San Blas, el fragmento de Madrid que me correspondía, los adultos discutían con toda normalidad si era peor tener un hijo drogadicto o maricón».

Título: La mala costumbre
Autora: Alana S. Portero
Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Editorial: Seix Barral
Género: novela realista
Tags: autodescubrimiento, LGBT+, costumbrismo
Número de páginas: 256
Precio: 19 €

Inicio del libro:

«Vi caer como ángeles terminales a una generación entera de muchachos. Adolescentes con la piel gris a los que les faltaban los dientes, que olían a amoniaco y a orina».

¿De qué trata?:

La mala costumbre recorre la adolescencia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprenderse a sí misma y al mundo en el que vive, desde su infancia en una familia de clase obrera en el barrio de San Blas, arrasado por la heroína en los años ochenta, hasta las noches clandestinas en el centro de Madrid de los noventa.

Vale, ¿y qué me ha parecido?:

Qué barbaridad de novela, en el mejor de los sentidos. En el mejor. Siempre me pasa que, cuando algo me gusta mucho, no sé encontrar las palabras para transmitirlo. Me ocurre con La mala costumbre. Escribo esto con la cara acartonada después de llorar, con el corazón lleno y los dedos cosquilleándome porque este libro es pura inspiración y pura esperanza y también un navajazo en el estómago y una tristeza inmensa.

Quizá llego tarde, dados los tiempos que se manejan en el mundo literario, quizá ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir, dado lo mucho que se habló tanto el año pasado. Pero me lo he leído ahora y ha sido en el momento adecuado, en el momento exacto, y se merece cada lectura, cada una de las buenas valoraciones que ha recibido, cada pequeño comentario y cada muestra de cariño.

«Y no me asusta eso tanto como el camino contrario, el que yo no veo, cuando te quitas la pintura y los taconcitos y te compones otra vez para el otro lado. Eso es morirse, marica, eso es morirse».

A nivel narrativo, es uno de los libros más bellos que he leído. A nivel de historia, también. Triste, pero poderoso y esperanzador. Para hacer sonrojar a muchos con sus comportamientos de trogloditas y, a otros, darles el empujón necesario y, sobre todo, el abrazo fuerte fuerte que necesitan y no se atreven a pedir.

La manera de escribir de Portero, además de bonita, es muy potente. Emociona y pone los pelos de punta con sus metáforas y sus descripciones preciosas y crudas, y consigue que te plantes de cabeza en el barrio de San Blas de los ochenta («Nuestro barrio con nombre de santo pero dejado de la mano de Dios»).

La mala costumbre está llena de dolor, pero también de feminismo amor y muchísima esperanza. Fotos: Cintia Fernández

Y aunque la historia tiene un eje central (la vida de la narradora atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, como dice la sinopsis), cada capítulo es un relato centrado en un personaje del barrio o en una anécdota, que, poco a poco, va hilándose a la propia protagonista: «Margarita sacaba las sillas a las que no podían hacerlo por sí mismas, colocaba a su madre y se quedaba en el corrillo pero de pie, interviniendo poco, apoyada en la pared del edificio con su paquetito de pipas, su tabaco y la vida y el pensamiento en otra parte».

Así, con cada pequeño relato no solo conocemos más a ese personaje narrador, sino también a la España de los años ochenta y noventa, ese costumbrismo español, madrileño, que inunda todo el libro.

«Se las apañaba para caminar por encima de la escombrera que le había tocado por vida sin que se le notase el esfuerzo».

La historia es dura desde la primerísima página, cuando menciona a todos esos adolescentes que se perdieron en la heroína, y a lo largo de las 256 páginas llenas de dolor («Varias generaciones de criaturas de clase obrera crecimos así, imaginando mundos enteros en las mismas nadas que podían terminar siendo nuestros lechos de muerte»).

Pero La mala costumbre también está inundada de feminismo («No me daba cuenta de que unas y otras eran la misma cosa, mujeres que habían conquistado la poca o mucha libertad que tenían con garras y dientes y eso es lo que las hacía tan aterradoras. El ejemplo que suponían»), de amor («Besarse en medio de una carcajada fue una experiencia que, según estaba sucediendo, me prometí no olvidar jamás») y, sobre todo, de esperanza, muchísima esperanza («Eran las sacudidas de libertad que lanzaba al cielo esperando, asustada y esperanzada, que alguien supiera descifrarlas»).

Si tienes curiosidad, puedes leer las primeras páginas en este enlace.

Publicado por Cintia Fernández

Leo, escribo, corrijo. Y vuelta a empezar.

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