«Había deseado sinceramente morir, pero nunca había deseado sinceramente que Marianne se olvidase de él. Esa es la única parte de sí mismo que quiere proteger, la parte de él que existe dentro de ella».

Título: Gente normal
Título original: Normal people
Autora: Sally Rooney
Idioma original: inglés
Traductora: Inga Pellisa
Año de publicación: 2018
Editorial: Penguin Random House
Género: contemporánea
Tags: salud mental
Número de páginas: 253
Inicio del libro:
«Marianne abre la puerta cuando Connell llama al timbre. Va todavía con el uniforme del instituto, pero se ha quitado el suéter, así que lleva solo la blusa y la falda, sin zapatos, solo las medias».
¿De qué trata?:
Marianne y Connell se conocen en el instituto: ella no tiene amigos y él es uno de los chicos populares, y empiezan a verse en secreto. A partir de ese momento sus vidas quedan entrelazadas y vamos siguiendo su historia de amistad y amor a lo largo del tiempo.
Vale, ¿y qué me ha parecido?:
No puedo dejar de pensar en Connell y Marianne.
Y eso que tengo sentimientos encontrados con el libro, porque no es una de esas historias de amor agradables o bonitas —en ningún momento—, sino una bastante triste y melancólica. Pero, al mismo tiempo, como decía, no puedo dejar de pensar en ellos.
Lo bueno de haber visto primero la serie es que al menos ya sabía lo que me iba a encontrar o, mejor dicho, lo que no: una historia romántica de esas de calentarte el corazón y hacerte sonreír como una boba y anhelar ser Marianne o Connell para estar con el otro. Pero precisamente todo eso, la crudeza, la falta de momentos de «novela romántica» hacen que la relación entre ellos parezca tan real. Y tan amarga. Una relación algo tóxica, un «ni contigo ni sin ti» que se alarga durante años.
Y es que la dinámica entre ambos es de quererse incondicionalmente pero no hablar las cosas, lo que lleva a malentendidos que podrían haberse solucionado en un momento y, en cambio, desemboca en no verse durante meses, en salir con otras personas por despecho, en sufrir y hacer sufrir al otro.
Ojalá hubiesen sabido quererse mejor.
«Se quedaron unos segundos ahí de pie, quietos, ella entre sus brazos, su aliento en el oído. La mayoría de la gente, pensó Marianne, pasa por la vida sin sentirse jamás tan unida a alguien».
Porque se quieren, Marianne y Connell se quieren y mucho, y la autora se encarga de que te creas ese amor a través de un montón de situaciones en las que el uno está para el otro. Precisamente lo que más me ha gustado de su amor es la unión a lo largo de los años, el ayudarse sin condiciones, el volver al otro a pesar de todo cuando más se necesitan.
Los dos, Connell y Marianne, son personajes oscuros, pero no caracterizados como los villanos de una película, sino como personas de carne y hueso, tan reales que a veces tenía la sensación de estar leyendo los pensamientos más secretos de cualquiera, de mí misma. Es verdad que a ratos he sentido que no encajaban con los años que tenían —17, 18, 19…—, cuando decían, pensaban y hacían cosas que me resultaban chocantes para chavales de esa edad; más bien parecían adultos mintiendo sobre su edad.

También conocemos a diferentes amigos de Marianne y Connell a lo largo de los años, familiares, parejas, pero siempre de pasada, sin profundizar en ninguna de esas relaciones, en nadie más que ellos. La única constante del libro son ellos dos y su unión.
La melancolía, un gran nubarrón, te acompaña durante toda la lectura, incluso en los momentos que deberían ser felices. Sally Rooney escribe bien, pero escribe triste. Y ni siquiera vemos los momentos bonitos de esa historia de amor, más bien un par de frases en medio de una situación mala, amarga, deprimente. Es un libro desalentador, de machacarte de principio a fin y al terminar pensar: «¿Por qué me he metido yo sola en esto?».
Pero, claro, como para no acabar por los suelos cuando Gente normal habla de la soledad, la depresión, la ansiedad, el maltrato físico y mental, el bullying… Una larga lista por la que la autora salta de un tema a otro, a veces de puntillas, incluso cuando están intrínsecamente unidos a los personajes protagonistas.
«Marianne tenía la sensación de que la vida real estaba sucediendo en un lugar muy lejano, en su ausencia, y no sabía si algún día lograría averiguar dónde estaba y formar parte de ella».
Además de Connell y Marianne, que son de esos personajes que se te meten dentro, lo que más me ha gustado de Gente normal es su estructura: esa ventanita que la autora nos abre a ellos cada cierto tiempo, un salto tras otro en el tiempo, a veces de dos, a veces de siete meses, y los recuerdos que intercala en ese «presente» en el que transcurre la historia.
Si en Conversaciones entre amigos me maravilló la manera de escribir de Rooney —hacer comparaciones entre sus libros es casi inevitable—, aquí me ha sorprendido la irregularidad de la narración: a veces es tan simple y directa que llega a resultar demasiado simple, vaga, y luego la autora te crea imágenes y reflexiones tan bellas que la tinta del boli se te gasta de tanto subrayar. Quizá es esa dualidad la que hace que la narración fluya tan bien.
👉 En definitiva, Gente normal es una novela que no deja indiferente, con una historia de amor triste y amarga que se te mete dentro, y dos personajes —Marianne y Connell— que te acompañan muchos días después de terminar de leer.
Si tienes curiosidad, puedes leer las primeras páginas en este enlace.

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