Reseña «El Plumas», de David Pallás Gozalo

«No tienes que pedir permiso para ser gay, para que te acepten. Tú eres así y eso es maravilloso. ¿Entiendes que las personas heterosexuales no se sienten agradecidas por aceptarlas como son? No debes buscar tú tampoco esa aprobación, porque no hay nada que aceptar ni aprobar».

Inicio del libro:

«Al día siguiente, a esas horas, estaríamos regresando a Zaragoza.
La cuenta atrás había comenzado.
No quería marcharme de allí.
Esos días en Tenerife me habían cambiado la vida».

¿De qué trata?:

A Quique le gusta leer, la música y los chicos, pero eso último es un secreto que nadie puede saber. Suficiente es soportar las mofas de sus compañeros de clase, llevar el mote de El Plumas y que nadie lo trate bien. Pero cuando viaja a visitar a su tía, que vive en Tenerife, y se reencuentra con unos viejos amigos, su vida cambia para siempre.

Vale, ¿y qué me ha parecido?:

El Plumas es un libro tiernísimo, su lectura me ha provocado una sensación parecida a cuando leo o veo Heartstopper: mucho cariño y esperanza. Es la historia que me hubiese gustado leer en mi adolescencia, y Quique y sus amigos, el grupo de amigos que me gustaría tener incluso ahora.

Por cursi que vaya a sonar, lo admito, El Plumas es como una tirita para el corazón y un abrazo de oso. Esa podría ser toda mi reseña, porque es lo que más se acerca a lo que he sentido leyéndolo.

Y es que Quique, a quien le hacen bullying en su colegio de Zaragoza, encuentra en Tenerife la red de apoyo que necesita: su tía, Thiago, Laura y el resto de amigos, quienes lo ayudan a sentirse seguro para, por fin, ser él mismo. Y qué necesario es, casi vital, rodearte de esas personas con las que no tienes que fingir, con las que estás a gusto y con las que el miedo desaparece.

«¡Ostras!, es que llevo sintiéndome así desde hace años. Actuando. Eso es. Actuando, como si estuviese en una peli con las frases aprendidas, porque son las que esperan escuchar de mí. No sé si os ha pasado alguna vez, pero es como si al decir algo real de mí, alguien fuese a gritar: «¡Corten!», y me fuesen a echar de la peli. Y si no tengo esta película, ¿qué me queda? ¿Quién sería entonces?».

Con una narración natural, sencilla, ágil y directa, vamos conociendo el día a día de Quique en la isla, las quedadas con los amigos, el vínculo con su tía, el miedo de volver al colegio y encontrarse con sus acosadores, la complicada relación con sus padres y los sentimientos que, desde el primer momento, surgen entre Thiago y él.

La voz del chaval de catorce años está superbién lograda, parece que es él mismo, un crío cualquiera de esa edad, quien te cuenta su historia de tú a tú. En ese sentido, además, el autor consigue transmitir muy bien esa intensidad de la adolescencia y el primer amor, esa montaña rusa de hormonas y sentimientos, de vivirlo todo (para bien y para mal) con mucha pasión.

«En cierto modo, ha sido un disfraz, una máscara que he llevado durante muchos años para no sufrir… Aunque sufrir, he sufrido igual. No me he dado cuenta hasta estos días, que me dolía más esconderme que lo que pudiese pensar la gente de mí».

Terminé el libro con la necesidad de una segunda parte, de saber cómo seguiría la vida de Quique tras ese viaje tan catártico a Tenerife, y entonces el autor escribió Tú y yo contra el mundo, protagonizado por Sía, sí, pero donde Quique aparece de vez en cuando, sabemos cómo está, qué es de su vida, y me quedé más tranquila.

👉 En definitiva, El Plumas es una novela mona y tierna, pero no se queda ahí: habla también de homofobia y acoso, de conocerse a uno mismo, de la necesidad de una red de apoyo, de la familia y los amigos, del primer amor y de cuánto puede cambiarte y mejorarte la vida encontrar a las personas correctas.