Reseña «En algún lugar del mar más azul», de T. J. Klune

«Cuando vivimos con miedo, el miedo nos controla. Cada decisión que tomamos se ve condicionada por él. Me niego a seguir viviendo así».

Título: En algún lugar del mar más azul
Título original: Somewhere beyond the sea
Autor: T. J. Klune
Idioma original: inglés
Traductor: Carlos Abreu
Año de publicación: 2025
Editorial: Cross Books
Género: fantasía
Tags: found family, diversidad, niños mágicos
Número de páginas: 544

Inicio del libro:

«Cuando desembarcó del trasbordador en la isla por primera vez en décadas, Arthur Parnassus creyó que iba a estallar en llamas en ese mismo instante».

¿De qué trata?:

Arthur vive junto a su pareja, Linus, y cinco niños en una remota isla y es feliz allí. Pero el Gobierno le cita para hablar de su pasado y el supuesto peligro que suponen las criaturas mágicas para la sociedad. La resolución de ese «juicio» podría significar la separación de su familia y la reclusión de todas los seres mágicos, incluidos él mismo y sus hijos.

Vale, ¿y qué me ha parecido?:

Cada vez que empiezo una nueva novela de T. J. Klune lo hago con un poco de miedo: La casa en el mar más azul, la primera parte de esta bilogía, es uno de mis libros favoritos, así como Bajo la puerta de los susurros, quizá mi preferido del autor. Incluso La vida de las marionetas, que no me gustó tanto como estos, también me gustó mucho.

Y aunque La casa en el mar más azul es inigualable, En algún lugar del mar más azul es una digna y buenísima secuela.

Mantiene la magia y ternura del primer libro, esa calidez a través de unos personajes entrañables y el amor que se profesan, aunque este es un poco más serio, quizá por el problema al que se enfrentan: el Gobierno, «por el bien de todos», pretende controlar a las criaturas mágicas y, en consecuencia, separar a la familia de Arthur.

«—Tenemos algo de lo que el Gobierno carece. Y eso lo cambia todo.
—¿A qué te refieres —preguntó Arthur mientras el muchacho cerraba los ojos—. ¿Qué tenemos?
Su hijo musitó cinco palabras antes de entregarse al sueño.
—Nos tenemos unos a otros».

Eso sí, reconozco que la «batalla final» (por llamarlo de alguna forma) se me hizo un poco bola y me salté algún que otro párrafo. Pero esa sería mi única pega.

En algún lugar del mar más azul es una digna y buenísima secuela de La casa en el mar más azul. Fotos: Cintia Fernández

Sin duda, los niños que viven en esa isla remota son lo que más me gusta del libro. Absolutamente todos son maravillosos (Lucy, el hijo del diablo; Sal, que se convierte en perro; Theodore, un guiverno; Phee, un espíritu del bosque; Talia, una gnoma; Chauncey, una criatura con tentáculos y ojos sobre pedúnculos, y David, un yeti) y la incorporación de David al grupo es perfecta:

«—Le aseguro que no me han secuestrado —le dijo David—, porque soy un adulto que hace cosas de adultos, como la declaración de la renta, la colada y estar triste sin motivo».

Y luego tenemos a Arthur y Linus, cuya relación es monísima de lo enamorados que están, y que conforman con los niños una de las familias más bonitas que he tenido el gustazo de leer.

«—Antes… antes quiero enseñarte una cosa. ¿Me acompañas? Tendremos que tomar el autobús.
Arthur lo seguiría a cualquier parte, y así se lo dijo. Linus puso los ojos en blanco (aunque no consiguió disimular la sonrisa).
—Anda, vamos, tontorrón encandilado.».

Y:

«—Te quiero —dijo Linus—. Has llenado mi vida de colores que nunca había imaginado. Tú, los niños y Zoe».

El libro tiene mucha crítica social y una fuerte carga política: el Gobierno quiere controlar a las criaturas mágicas por ser diferentes y, según ellos, peligrosas; hacen campañas de miedo y odio, y, en definitiva, se comportan como la ideología de ultraderecha que terroríficamente gobierna cada vez más por todo el mundo. Y si a alguien le queda alguna duda, el autor lo deja claro, de manera muy muy acertada, en los agradecimientos: «Las ideas de J. K. Rowling sobre las personas trans son detestables y no tienen cabida en una sociedad moderna. Las personas como ella —las que creen que las personas trans son de algún modo inferiores— merecen que se les haga el vacío hasta que desaparezcan en el éter». 👏👏👏

Arthur, a la izquierda, y Linus, a la derecha. Ilustración de leo-the-owl en Tumblr.

Y es que la funcionaria del Gobierno, villana de la historia, se parece sospechosamente a la propia J. K. Rowling (la archifamosa autora de Harry Potter): pelirroja, anti-LGBT+ y llamada Jeanine Rowder. Incluso recuerda a uno de los personajes de la saga de Rowling: la profesora Umbridge, que también trabajaba para el Ministerio de Magia, aparentemente era amable y educada, parecía hacer lo correcto para todos, y, en realidad, era cruel y mala.

A diferencia de La casa en el mar más azul, que está contando desde el punto de vista de Linus, trabajador del Gobierno que acude a la isla para supervisar a los niños y acaba quedándose, este es desde la perspectiva de Arthur, el director de aquella casa que hace las veces de orfanato, el padre de todos ellos, un hombre que se convierte en fénix.

En este sentido, ha sido muy interesante conocer más de su pasado, las consecuencias de lo que vivió de crío en aquella misma casa, la muerte de sus padres (quizá la frase que más me emocionó de todo el libro fue: «Mamá —pensó, maravillado, mientras la respiración se le entrecortaba en el pecho—. Mira. Mira esto»), los prejuicios y el miedo de la sociedad, tener que ocultar quién era y, por encima de todas las cosas, su ayuda a los demás. Como le dice Linus: «Nunca has tenido la oportunidad de ser…, sin más».

«El sol brillaba en lo más alto del cielo, la mar se encontraba en calma y, a pesar de que iban todos apretujados, Arthur no habría preferido estar en ningún otro sitio».

[La ilustración de la cabecera pertenece a Peyton Dixon y la del interior a leo-the-owl].

Publicado por Cintia Fernández

Leo, escribo, corrijo. Y vuelta a empezar.

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