«¿Quién era aquella gente? Otra vez vuelta a empezar. Otra vez el lenguaje de la muerte y el dolor. Él solo quería esculpir la piedra. Vivir tranquilo. Que lo dejaran en paz. Formar parte de una familia».

Título: Hijos de la Luna
Autor: Alejandro Monreal Landete
Año de publicación: 2025
Editorial: Siete Islas
Género: ficción histórica
Tags: misterio, familia, realismo mágico
Número de páginas: 356
Inicio: «Cualquiera que caminase por los senderos más altos de las montañas que rodeaban el valle y echara una mirada a su interior podría ver en una de las laderas una solitaria casa de adobe, piedra y bálago».
Te pongo en situación: Brun es un adolescente que vive con su maestro escultor en un pequeño pueblo del Reino de Aragón y que comienza a sentir algo por uno de los chicos de la aldea. Pero cuando sufre un ataque epiléptico y es acusado de estar poseído por el demonio, la posibilidad de un futuro desaparece.
Las primeras páginas de Hijos de la Luna son un cuento idílico: tenemos una ambientación casi mágica, un bosque, el tonteo del prota (Brun) con otro chaval del pueblo, sus juegos en el río, todo eso que Brun siente al estar o pensar en aquel chico y que no acaba de ubicar…
Vamos, que yo leía tan feliz, soltando «jijis» y, al mismo tiempo, sabiendo que no podría durar mucho. Y entonces llega el bofetón de realidad y te mete de lleno en lo que en verdad es «Hijos de la Luna»: como dice el propio autor, un cuento de hadas oscuro.
—E… lí… as… —balbució Brun.
El muchacho se dejó llevar por su último encuentro en el río antes de todo aquel infierno. Y lo recordó jugando, riendo, tocándose el uno al otro sin preocupaciones, solo sintiendo su tacto y la calidez de su piel. Por un momento voló de allí y se desvaneció el terror. Quería morir y que la otra vida fuera eso: sentirse así.

A partir de ese inicio bucólico, va ganando más y más oscuridad, se vuelve más turbio «gracias» al fraile Gonzalo, las torturas, los niños que desaparecen, el grupo de leprosos encerrado… Y también real, porque transcurre en el interior de España, hay un Francisco y un Manuel y un Miguel, también un catolicismo muy marcado e incluso la Inquisición.
Todavía estoy recuperándome del final.
La vida viene y se te lleva o te condena por cosas que no controlamos y nada podemos hacer, excepto levantar la cabeza y ponérselo difícil.
La capacidad del autor de escribir El camino inesperado, su primera novela, un coming-of-age amable y actual, y luego una historia en el siglo XIV que parece un cuento de hadas y se convierte en uno casi casi de terror es asombrosa. Lo que tienen en común: un chaval adolescente descubriéndose a sí mismo, pueblitos españoles y la preciosa forma de escribir de Alejandro. Eso sobre todo.
📝 Petición 1 para una segunda parte donde Brun y El Otro Chico (no digo nombre por si es spoiler) vivan en el bosque, tengan un huerto y sean felices. Solo eso.
📝 Petición 2 para un spin-off de aquel chaval del pueblo en el que, vale, sí, también sea feliz.
