«Conversaciones entre amigos» me parece un libro de esos que inspiran y motivan para sentarse a escribir e intentar conseguir (al menos en un 1 %) transmitir lo que Rooney logra con su forma de narrar. Lo hace de una manera en la que parece que todo lo que ocurre en la historia es real y ella tan solo se ha limitado a describir lo que ve.
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Reseña «Rapacinos», de Nerea Bayón
Está contada en primera persona por una niña de once años, durante esa época entre ser una cría y una adolescente, pero no es un libro infantil. La inocencia de Nita, la prota, impregna la narración, y es una historia amable, pero también tiene partes agridulces, algunas muy amargas, como la realidad. Precisamente que esas cosas más duras las cuente una niña de manera tan natural las hace más realistas y dolorosas.
Reseña «El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes», de Tatiana Țîbuleac
El protagonista es Aleksi, un adolescente con problemas mentales («Mi enfermedad tenía un nombre de dieciséis letras», cuenta él), ingresado en un psiquiátrico inglés, con un resentimiento hacia su madre que al principio te choca y que poco a poco vas entendiendo, y una enorme sensación de abandono.
Reseña «Pequeñas alegrías», de Elvin James Mensah
Es un libro más oscuro de lo que parece: el prota tiene ansiedad, depresión e ideas suicidas, y no te engaña, porque desde las primeras páginas te lo muestra sin dobleces. Harley ha dejado la universidad, mantiene una relación terrorífica con un hombre mayor («Siempre iba a sufrir las consecuencias por cometer el crimen de no querer sentirme solo») y su padre intenta «curarle» la homosexualidad rezando («La ansiedad, mi orientación sexual y mis fracasos solo servían para que, a ojos de él, fuera menos negro»). Ese es su estado cuando vuelve a su ciudad natal, punto de partida de la historia.
Reseña «La mala costumbre», de Alana S. Portero
Qué barbaridad de novela, en el mejor de los sentidos. En el mejor. Siempre me pasa que, cuando algo me gusta mucho, no sé encontrar las palabras para transmitirlo. Me ocurre con «La mala costumbre». Escribo esto con la cara acartonada después de llorar, con el corazón lleno y los dedos cosquilleándome porque este libro es pura inspiración y pura esperanza y también un navajazo en el estómago y una tristeza inmensa.
